martes, 1 de diciembre de 2015

Alegatos de la Fiscalía en el juicio por los crímenes de la ESMA : "El GT no tuvo límites"

“El GT no tuvo límites”

Los fiscales Mercedes Soiza Reilly y Abel Córdoba terminaron con la reconstrucción de los crímenes de las 789 víctimas de este megajuicio. “Fueron acciones deliberadas que buscaron desmantelar colectivos políticos”, dijeron.

  Por Alejandra Dandan

“Señores jueces, tenemos pruebas, usamos pruebas, probamos delitos tipificados en la ley vigente al momento de los hechos. Cruzamos información, acreditamos cada una de nuestras afirmaciones”, les dijo la fiscal Mercedes Soiza Reilly a los jueces del Tribunal Oral Federal 5, a cargo de juzgar los crímenes de la ESMA. Con esas palabras pronunciadas mirando a los jueces a los ojos, la fiscalía estableció las garantías del proceso penal de estos juicios en diálogo subterráneo con las voces aisladas que aún discuten su legitimidad. La lectura de hechos caracterizados como actos “descomunalmente malditos”, en palabras del co-fiscal Abel Córdoba, concluyó con la reconstrucción de los crímenes de cada una de las 789 víctimas de este megajuicio. Los alegatos fiscales ingresaron, así, en la última etapa con una proyección del mapa de los crímenes y la descripción de la tipología penal. La próxima semana se hará el esperado pedido de condenas antes de la feria judicial.

Los abogados particulares de los represores de la Armada que están en juicio se saludaron con un efusivo abrazo con ruido en la espalda, después del resultado de las elecciones generales del 25 de octubre. En la audiencia posterior al 22 de noviembre, realizada el lunes 23, el centro de las miradas la ganó el puñado de sobrevivientes y de familiares que se sentaron en la sala dispuestos a sostener simbólicamente la continuidad de estos espacios. Esa mañana corría la noticia sobre el editorial del diario La Nación que volvía a situar a los juicios como escenarios de venganza. Mientras se oían voces de sobrevivientes descorazonados, uno de los querellantes reenviaba uno de los primeros Twitter de repudio al editorial de los trabajadores del diario.

La semana siguió con los alegatos de los secuestros de las víctimas de la última etapa de la Escuela de Mecánica de la Armada, ocurridas entre 1979 y diciembre 1982. Ayer la reconstrucción que se hace en clave de colectivos políticos, familiares y sociales terminó con la descripción del secuestro de René Haidar, el último y simbólico secuestro del Grupo de Tareas de la ESMA. Haidar era uno de los sobrevivientes de la masacre de Trelew e integraba la conducción de Montoneros. Para diciembre de 1982, la ESMA era la ESMA de Oscar Rubén Lanzón. El Grupo de Tareas había pasado a llamarse indistintamente Grupo de Operaciones Especiales de la Armada, y desde fines de 1978, con las organizaciones diezmadas y sus integrantes asesinados o desaparecidos, había empezado a concentrar sus operaciones sobre las fronteras del país y en el exterior.

“El caso de Ricardo René Haidar resulta paradigmático no sólo por tratarse de uno de los últimos llevados adelante por el Grupo de Tareas 3.3 –dijo la fiscalía–, sino también porque Haidar fue un militante histórico del peronismo revolucionario. El operativo incluyó un exhaustivo seguimiento así como la posterior personificación de uno de los miembros del Grupo de Tareas como el de Jorge Manuel Díaz Smith haciéndose pasar por Haidar, que realizó un viaje a Uruguay con esa identidad”.

Las fotos históricas que logró sacar de la ESMA Víctor Basterra documentan el trabajo de inteligencia sobre Haidar en esa ultima época. Las imágenes que lo tomaron de cerca forman parte del Informe Basterra, presentado en la Justicia durante la transición democrática y la Conadep. El GT lo secuestró el 18 de diciembre de 1982 en la Ciudad de Buenos Aires. Tenía 38 años. Le decían El Turco. Hoy permanece desaparecido. Cuando la fiscalía concluyó el alegato del Turco, una de las sobrevivientes respiró con alivio: “Llegamos”, dijo, entre lágrimas.

“Señores jueces están ante la presencia del mapa de secuestros y asesinatos realizados por los aquí imputados”, dijo la fiscal mientras la pantalla de la sala mostraba un mapa de salpicado de manchas. “Sucesos ocurridos en la ciudad de Buenos Aires, en el conurbano bonaerense y que también traspasaron las fronteras de nuestra argentina, nos muestran el poder del GT de la ESMA a partir del golpe de Estado. Testimonios y documentos en este juicio nos muestran que los ilícitos se fueron concatenando de manera temporal. No mostramos casos aislados, sino más bien acciones deliberadas que buscaron desmantelar colectivos políticos que se opusieron al régimen imperante. Secuencias de secuestros analizados en conjunto por lazos familiares o políticos fueron el eje de este trabajo.”

Esta caracterización realizada con la reconstrucción de pertenencias colectivas tuvo varios objetivos simultáneos. En primer lugar fue posible porque la posibilidad de mirar la serie de víctimas en un megajuicio con estas proporciones permitió constar lógicas, y sistematicidades. Diferenciar los modos de operar de la ESMA en sus distintos períodos. Entender que los nombres de las personas desaparecidas que fueron vistas dentro de la ESMA y denunciadas históricamente como desaparecidas, podían contribuir a probar que también habían pasado por ahí quienes formaban parte de sus tramas de relaciones aunque la lógica de la clandestinidad haya impedido que se los viera. Pero además, permitió caracterizar la dimensión del genocidio. En ese sentido, la fiscalía dijo: “Los miembros del GT no encontraron límites. Sin importar la edad de las víctimas, sin importar su grado de vulnerabilidad acometieron contra ellas hasta destruirlas. Jóvenes, niños, monjas, curas, militantes estudiantiles, políticos, sociales, gremiales, madres que buscaban a sus hijos desaparecidos, todos ellos fueron víctimas de los aquí imputados”, dijeron. “Señores jueces en estos meses, les mostramos las caras de los desaparecidos, sus historias, sus historias de militancias, su compromiso político”. En esta abrumadora reconstrucción, “hemos acreditado que el plan criminal de represión que se organizó desde los altos mandos fue posible gracias al aporte de los aquí imputados quienes fueron parte del engranaje represivo indispensable para que las privaciones ilegales de la libertad, los tormentos, la violencia sexual y la muerte pudieran dejar un número altísimo de víctimas”.

El juicio continuará esta semana con el encuadre penal. La próxima semana, los fiscales leerán los pedidos de imputaciones para los acusados entre los que están los seis acusados de vuelos de la muerte. Las querellas retomarán los alegatos en febrero.

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